Pacomio Se Va De Excursión – Hoy la Iglesia celebra el día de San Pacomio, monje egipcio de los siglos III-IV al que se le atribuye haber fundado la “koinonia” o vida en común de los monjes.
Y para celebrar la vida en común ¿qué mejor que ir de excursión? Tuvo el detalle de acompañarnos la Madre Abadesa de las Huelgas. Nuestro primer hito: el desfiladero de la Yecla. ¡Precioso y abrupto! sbobet338
García de Colombás, en su ensayo sobre la Tradición Benedictina, recuerda:
Pacomio era un recluta involuntario del Imperio y navegando por el Nilo con sus compañeros desembarcó en Tebas donde personas diversas atendieron y dieron de comer al grupo. Pacomio descubrió que eran cristianos y sorprendido de su actitud desinteresada, determinó desde ese momento “servir al género humano todos los días de mi vida”. agen bola
No es mal propósito vital ¿verdad?
Cuando se licenció no volvió a su tierra de origen, junto a sus padres paganos, sino que fue fiel a su juramento y se estableció en un templo abandonado de Serapis curando y cuidando a muchos, sobre todo a las víctimas de una epidemia. Más tarde se sintió llamado a la vida como anacoreta. https://www.mustangcontracting.com/
Alguno de nosotros, en medio del formidable paisaje de la Yecla, también se sintió inspirado a llevar una vida solitaria…si bien, todo romanticismo se esfumó en cuanto vimos sobrevolar a los buitres sobre nuestras cabezas. 🙂
Buscó a un maestro y permaneció junto a Palamón durante 7 años llevando una vida tremendamente austera y rigurosa. En un momento siente clara la voluntad de Dios: “La voluntad de Dios es que te pongas al servicio de los hombres para reconciliarlos con él”. Entonces comienza a instruir a otros monjes en Tabennesi.
Su máxima es llevar una vida común (koinobion). La inicial rigurosidad de Pacomio se fue dulcificando y tornándose misericordiosa. Era un pedagogo excelente y fue comprendiendo que el cenobio es el asilo donde se salvan asesinos, delincuentes, adúlteros y pecadores de toda clase.
Y con esa tranquilidad de espíritu, sabiendo que no somos personas perfectas, continuamos nuestro periplo hasta el Monasterio de Silos donde amablemente nos recibió el Padre Abad.
El cree poder exigir un mínimo de ascesis y un ancho margen para que cada cual supere lo establecido, sin que nunca llegue a impedir la realización de la misión del monje: oración continua, recitación de la Palabra, trabajo manual…Pacomio enseñaba con el ejemplo.
Ejemplar fue también la disponibilidad del Abad de Silos para explicarnos con todo detalle el contenido artístico del claustro, de la iglesia, la sacristía…sin olvidar la biblioteca.
Sabía que el amor de Dios se demuestra fundamentalmente “sufriendo unos por otros”. Esa forma de vivir lleva consigo mucho sufrimiento y requiere mucho amor.
Cada capitel del claustro es una liturgia viva. En este se detallan los episodios de la Anunciación, Visitación…Navidad…Muy bello y ¿por qué no decirlo? también muy amoroso. La piedra sufre para ser transformada. Toda una metáfora.
Pacomio ha llegado a nuestros días como el gran servidor. Servidor de todos en humildad. Él decía: Si ves a un hombre casto y humilde, esa es una gran visión ¿Hay algo más grande que el Dios invisible en un hombre visible, que es su templo?
No sabemos si es una actitud muy humilde querer retratarse en el coro benedictino, en la silla del mismo Abad….!!
Era un místico, tenía en cuenta las debilidades humanas y las leyes de crecimiento espiritual. Fueron sus propios discípulos y no él los que le dieron el nombre de Apa.
La biblioteca de los monjes hubiera admirado a mismo Pacomio. Sí, el crecimiento espiritual también requiere de una lectura…lectio…oratio…meditatio…contemplatio…que diría Guigo el Cartujo.
Los dos rasgos principales de la espiritualidad cenobítica son la koinonia y las Sagradas Escrituras. Evagrio Pontico apeló a una koinonia meramente espiritual (el monje es el que está separado de todos y unido a todos) pero no así Pacomio. Él creyó en la posibilidad de vivir con un solo corazón y una sola alma.
Koinos y Bios. Vida en Común: oración, pensamientos, sentimientos, trabajo….Es una manera de vivir el ser cristiano.
Nos despedimos de Silos y pusimos rumbo al Monasterio Cisterciense de Villamayor de los Montes donde las hermanas nos esperaban para rezar las Vísperas y compartir una cena.
Pacomio se siente fascinado por la iglesia primitiva de Jerusalén. El cenobio es para él una “ecclesiola” integrada en la gran Iglesia. Para él y sus monjes, lo más importante no era, ni la contemplación, ni la obediencia, ni la ascesis sino (como para San Pablo) la caridad humilde y activa que se manifiesta en el servicio mutuo por amor.
El monje cenobita como todo monje cristiano busca a Dios. Las reglas no son la meta sino el camino. No pueden distraer al monje de atender a su propio corazón y a su Espíritu.
Asomarse al pozo del claustro es una manera de centrar toda nuestra atención espiritual, nuestra sed del Ser…y todo fue bien hasta que una hermana nos contó la anécdota de un gato que se lanzó al pozo…y ha atascado el canal por donde fluye el manantial…Ups!
La comunidad de hermanos ha de ser el clima que favorece este crecimiento…..
Y si es con un rica merienda…es más fácil todavía. Por cierto…deliciosos los rizos de crema que nos ofrecieron las hermanas de Villamayor. Aunque, a partir del número dieciséis puede que te empiece a doler la tripa ¡se nos olvidó por un momento la máxima de la mesura benedictina!
Volvimos a casa (a las Huelgas) muy contentos…la “koinonia” puede convertir tu vida en un viaje de regreso a lo esencial…siempre, en comunidad, siempre con otros.